Raimon Panikkar

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Ontonomía de la ciencia
Sobre el sentido de la ciencia y sus relaciones con la filosofía

 

 

Es fruto de su Tesis Doctoral en Ciencias (Algunos problemas limítrofes entre ciencia y filosofía. Sobre el sentido de la ciencia natural, Madrid 1958). Como en otras ocasiones, Panikkar aprovecha varios trabajos de carácter científico y filosófico publicados previamente: “La ciencia biomatemática” y “El átomo del tiempo” (Arbor 3 [1944] y 49 [1950]), “La entropía y el fin del mundo” (Revista de filosofía 13, 1945), “El indeterminismo científico” (Anales de Física y Química 396, 1945), “Le concept d’ontonomie” (Actes du XI Congres International de Philosophie, Amsterdam, 1953), etc.
El libro es un grueso y complejo volumen, que, a pesar de páginas áridas, se lee con gusto pués está escrito en una magnífica prosa. Es una “visión teológica de la Ciencia”, una Teofísica. Su tesis queda reflejada en el mismo título: Ontonomía de la ciencia, contraponiendo este concepto a los de heteronomía y autonomía, que deben ser superados.
Panikkar es consciente de que alumbra aquí conceptos fundamentales de su pensamiento. Por eso nos dice en la Introducción que este estudio pretende ser la “exposición de un pensamiento germinal”: La realidad es una y múltiple a la vez; es Una en un sentido absoluto, pues Dios es el único Ser y fuera de El no hay nada. Y es múltiple, pues el carácter absoluto del Ser no es suficiente para eliminar la presencia de los seres. Mas aún, en el mismo seno del Ser, existe una Trinidad a la que hay que referir en último término todo problema ontológico divino y no divino. La misma creación es ontológicamente una y variada al mismo tiempo; no puede subrayarse exclusivamente un aspecto con detrimento del otro. De este modo, no debe acentuarse la diferencia entre materia y espíritu de manera que se caiga en un dualismo, ni debe considerarse sólo la unidad de tal modo que no se supere un monismo cosmológico. “Si Dios es uno y no múltiple, puesto que su Trinidad es algo así como la plena expresión de su unidad, la materia como el último eslabón en la escala de los seres es casi más múltiple que una”.
Mediante el realismo trascendental que se defiende en el libro, “se pretende garantizar la unidad sin perder la analogía y sostener la diversidad sin caer en el dualismo”. Ciencia y Filosofía se complementan y se necesitan mutuamente; “sólo su simbiosis armónica puede ofrecernos una visión no desfigurada de la realidad física”. Una síntesis que requiere una renuncia: La Ciencia debe renunciar a “substancializar sus conceptos y elaborar una concepción del mundo” y la Filosofía a “su prejuicio de creerse autosuficiente”. Pero esta renuncia lleva también consigo una ganancia: la “salvación” de la Física, porque alcanza su plena ontonomía, y la de la Filosofía pues la renuncia a un tutelaje le trae la posibilidad de un desarrollo eficaz como servidora de las sugerencias de la Ciencia.
Ontonomía de la Ciencia, porque después de una etapa en que la Ciencia vivía protegida y atada por la Filosofía, se emancipó recabando para sí una autonomía completa, que le llevó al cientismo, y cuando la euforia de la independencia ha menguado al ver la misma Ciencia sus propios resultados en sus efectos sobre el hombre y la sociedad, el clima para la ontonomía está preparado: una ontonomía armónica que permite integrar a la Ciencia dentro de la cultura humana, sin totalitarismos unilaterales. Esta ontonomía es el desarrollo de las leyes propias de cada esfera del ser o la actividad humana, con distinción de las esferas, pero sin separación ni interferencias: Ni toda la realidad nos viene descubierta por la Ciencia ni por la Filosofía, ni el conocimiento científico es completamente ajeno o suplanta al conocimiento filosófico. “Lo peor del científico es su ceguera para la totalidad, su falta de auténtica y profunda inquietud ontológica”.

Victorino Pérez

 

«Ecrire, pour moi, est autant vie intellectuelle
qu’expérience spirituelle…
cela me permet d’approfondir le mystère de la réalité.»